Categorías
Fe

Si no lo veo no lo creo

Miraba uno de los tantos memes que circulan en las redes sociales en estos días. Decía que aunque no vemos al virus del coronavirus estamos conscientes de su existencia. El mensaje intentaba sacar como consecuencia de este hecho que a Dios, a quién tampoco vemos, también existe. Es verdad que nuestros sentidos están incapacitados, al menos en un primer momento, de captar muchas realidades existentes como un virus de 200 nanómetros de tamaño. Aunque bien intencionada, no me pareció tan bien desarrollada la argumentación. Desde el punto de vista racional y filosófico existen muchas explicaciones coherentes que partiendo de la observación de un efecto y aplicando el principio de causalidad podemos llegar a la necesidad absoluta de que existe verdaderamente un ser supremo y creador de todo.

Pero para entender esto hace falta más que un microscopio potente. Necesitamos una seria formación filosófica y teológica. Y sobre todo el don de la virtud sobrenatural de la fe. Decía santo Tomás de Aquino que el que cree no necesita evidencias para su fe y para el que no cree todas las evidencias resultan insuficientes. De aquí que la frase “si no lo veo no lo creo” carece completamente de sentido. Si veo algo y tengo evidencias de su existencia no necesito de la fe pues tengo la certeza de su existencia comprobada por mis propios sentidos. Y por otra parte para el que tiene fe no hacen falta pruebas pues la certeza que brinda la fe no las necesita. Su confianza en lo que cree no sería tal si exigiera pruebas. De aquí resulta que aunque se brinden las mayores argumentaciones y explicaciones a un ateo, si este no quiere creer y no pide con humildad el don de la fe, todas las certezas racionales serán insuficientes para creer en Dios.

La fe no es un tema reservado solamente a los religiosos o a los que creen en Dios. Cuando tomo una pastilla que dice tener ciertos componentes estoy teniendo fe en los fabricantes. Cuando disfruto de mis alimentos tengo la confianza que fueron bien preparados y que no le harán daño a mi salud. Cuando asisto a clases con un afamado profesor de una determinada materia estoy confiando que todo lo trasmitido en la clase es verdadero. Se dice que creemos en los conocimientos que nos parecen verdades razonables pero sobre todo tenemos fe en quién se muestra creíble para ser creído. (Esto es lo que los teólogos dicen sobre la “fidem quam” y el “fidem quem”).

Sin fe humana, y no digamos la fe sobrenatural que nos lleva a creer en Dios, la vida se vuelve insoportable. Uno de los filósofos que nos enseñó a desconfiar introduciendo la “duda metódica” fue Descartes quien para construir su sistema filosófico puso en duda todo lo existente y admitía como verdadero exclusivamente lo que él podía distinguir como “cierto y verdadero”. Por otra parte, con el positivismo en las ciencias se introdujo el pensamiento de que solamente es verdadero lo que se puede comprobar con los propios sentidos. Dejando por fuera muchas de las realidades que sabemos existen pero que no tienen entidad material demostrable, por ejemplo la misma fe, el amor, la esperanza, la amistad etc.

Para el que no tiene fe nunca serán suficientes todas las argumentaciones y explicaciones racionales sobre la existencia de Dios. Recuerdo que en mis años de universidad tenía un compañero sumamente inteligente pero que no tenía fe. Al menos eso era lo que decía cuando una y otra vez me lanzaba preguntas teológicas y filosóficas que en algunas ocasiones excedían mi formación religiosa. Luego me enteré que para colocarme en esos apuros intelectuales se dedicaba a investigar con cierta frecuencia sobre los temas más elevados de filosofía y teología que su falta de rectitud no le permitían entender. Esos cuestionamientos me hicieron estudiar, con el apoyo de un buen amigo sacerdote, muchas cuestiones filosóficas y teológicas que yo no imaginaba que se hubieran explicado tan bien desde siglos atrás. Muchas veces, cuando no tenemos formación histórica o religiosa pensamos que somos originales con nuestros cuestionamientos sin darnos cuenta que ya habían sido planteados de mejor manera anteriormente. En ocasiones, muchos de nuestros interrogantes se deben más bien a una deficiente formación filosófica o doctrinal.

La fe como conocimiento de algunas verdades se auxilia de otras ciencias como la filosofía. Llamada en la edad media como “ancilla theologíae”, (exclava de la teología) para dejar clara la primacía del conocimiento de Dios sobre las otras ciencias. Es tan importante este conocimiento, incluso hoy en día, que si se visita cualquier biblioteca importante del mundo veremos que el estudio de las cuestiones de Dios sigue siendo muy actual.

Para conocer hace falta creer y para creer hace falta conocer. “Credo ut intellegam” (creo para entender) decía san Anselmo de Caterburry. La fe y el conocimiento son dos formas que tiene el hombre para acercarse a la verdad de las cosas. El Papa Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio compara a la fe y a la razón a las dos alas que necesitamos para elevarnos al conocimiento de la verdad.

La filosofía es una ciencia tan importante que si su estudio estuviera más extendido muchas de las preguntas básicas de nuestro tiempo no tendrían razón de ser. Basta saber un poco de metafísica de la causalidad, por ejemplo, para ser capaces de explicar con profundidad y sencillez sobre cuándo inicia la vida humana en un embrión o que el origen del universo reclama una causa que no puede ser material. Un poco de estudio de Aristóteles en cuando a su teoría del cambio nos facilita entender un poquito más sobre la esencia de Dios y como ser en el cuál no existe movimiento (paso de la potencia al acto) pues en Él se encuentran todas las perfecciones.

No vemos al virus del Coronavirus y sin embargo existe. Cuando tenemos la gran dicha de poseer el don de la fe se abre a nuestra existencia un mundo lleno de realidades que nos parecían imposibles. Sobre todo, descubrimos la presencia cercana y amable de un Dios que nos a creado por y para el amor.

Grupo de coaching de hábitos, lectura, escritura y productividad en el siguiente grupo de Whatsapp
https://chat.whatsapp.com/L47ITpgRauwEN1kfvzndg5

Categorías
Solidaridad

El Covid-19 se vence solo con solidaridad

El Hospital General de Viena era uno de los mejores hospitales del siglo XIX. A pesar de poseer los últimos avances médicos y del mejor personal de la época, de los 20.000 partos atendidos entre 1841 y 1846, murieron el 10%, es decir casi 2.000 madres. En la actualidad, en los países del primer mundo la tasa actual de muerte materna en el parto es de 9 mujeres por cada 100.000 partos. ¿Qué cambió la historia?

Las mujeres que daban a luz en esa época podían llegar sanas al hospital pero contraían en esta la mortal fiebre puerpueral. Un joven médico húngaro llamado Ignaz Semmelweis, entró en 1847 a trabajar como ayudante del director de la Maternidad General de Viena, el considerado mejor hospital de la época.

El primer asunto que provocó su curiosidad eran aquellas fiebres letales capaces de llevar a la muerte a una de cada diez mujeres que daban a luz. La primera pista surgió cuando un médico se hizo, por accidente una herida superficial con el bisturí de disección de un estudiante y falleció a los pocos días. Presentó los mismos síntomas que las embarazadas que morían. Inmediatamente estableció la teoría de contaminación por partículas de los cadáveres.

Ignaz instaló un lavabo en la entrada de la sala de partos para que los estudiantes se lavaran las manos con soluciones con cloro antes y después de atender a las pacientes. Así se consiguió una disminución extraordinaria en la mortalidad, que bajó de un 18.3% en abril a 2.2 % en mayo y a 1% en agosto de aquel año.

A pesar de este gran descubrimiento Semmelweis fue tratado injustamente por sus compañeros médicos. Se negaban a aceptar que los médicos mismos eran los culpables de las muertes en los partos. Terminó siendo expulsado del Hospital de Viena por sus superiores. Dos décadas después con los descubrimientos de Pasteur, Koch y Lister se confirmaron los aportes a la medicina del médico húngaro.

Recuerdo esta historia porque en el caso de la actual emergencia sanitaria provocada por el Coronavirus somos nosotros mismos los posibles portadores de los virus que contagien a los demás. Contrario a otras pandemias precedentes, en las que eran animales los que portaban los dañinos virus o bacterias, ahora somos las personas mismas las que con nuestras acciones propagamos la mortalidad. Es posible que con nuestros comportamientos no queramos dañar a los demás, tal vez alguno de los que lea estas líneas (Dios no lo quiera) sea portador asintomático del Covid-19 y contagie a sus amigos y seres queridos sin darse cuenta. Me imagino que a ninguno se le cruza por la cabeza ser tan inconsciente como para ser propagador o al menos colaborador de esta enfermedad que tiene de rodillas al mundo entero.

Mucho se nos insisten en medidas de prudencia para mantenernos en nuestras casas y aumentar las medidas de higiene como el lavarse las manos con frecuencia. Sin embargo, existen otros virus más profundos que el Covid-19 y que seguramente serán causa de algunas muertes. Me refiero al virus del egoísmo que hace a algunos pensar solamente en ellos mismos y vaciar sin necesidad los estantes de supermercados. Hablo también de los egoístas que parecen no caer en la cuenta de las actuales circunstancias y continúan desinformando a los demás sembrando sospechas. El egoísmo es también la causa de que algunos se beneficien de las circunstancias y piensen solamente en sacar provecho personal vendiendo insumos como gel o mascarillas a precios desorbitantes. No me gustaría pensar tampoco que alguien se atreviera a seguir en las andadas valiéndose de las circunstancias para continuar con sus comportamientos de corrupción habituales.

Recién miré una fotografía de Italia en la cual todos los inquilinos de un edificio pusieron banderas de su país en los balcones. Cuánto me gustaría que todos sacáramos las banderas de Honduras y las pusiéramos en nuestras casas como un llamado generalizado a la solidaridad. China envió mascarillas médicas a Italia y puso en las cajas un poema de Séneca, antiguo filósofo romano:

“Somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín”.

Japón donó suplementos médicos a China y puso en las cajas un poema budista:

“Tenemos diferentes montañas y ríos, pero compartimos el mismo sol, la misma luna y el mismo cielo”.

Solo la solidaridad nos sacará a todos juntos de esta dificultad como no la ha conocido la historia moderna. La solidaridad es el humus en el que puede crecer con fuerza la misericordia. Del latín solidum, solidaridad denota la convicción de pertenecer a un todo, de modo que percibimos como propias las vicisitudes ajenas.

Obedezcamos extremadamente las medidas de prudencia indicadas por las autoridades. Cuidemos nuestra propia salud e higiene. Convirtamos nuestra estadía en casa en la ocasión de servir y pensar en el bien de los demás. Aprovechemos estos momentos para crecernos y colocarnos a la altura de las circunstancias. Ya lo hicimos en otros momentos de catástrofes cuando los hondureños sacamos lo mejor de nosotros mismos y nos comportamos de forma justa, misericordiosa, comprensiva y solidaria. La sociedad no será la misma después de esta pandemia. Espero en Dios que también nosotros seamos diferentes.

Categorías
Alegría Dificultades

Cinco encarcelados alegres

No olvides que la alegría nace del amor al bien propio y al de los demás. En estos días de circunstancias especiales en los que estamos en nuestras casas es fácil caer en el desaliento y la tristeza si no tomamos las medidas correspondientes. La auténtica alegría nos hace libres, aunque pasemos entre cuatro paredes. La tristeza, consecuencia del egoísmo, es la única capaz de esclavizarte y encerrarte en un estado de ánimo que impide ver con esperanza al futuro.

La alegría da alas a nuestro corazón para que se llene de sueños y proyectos. En estos días puedes echar un vistazo al ejemplo de muchas personas que a lo largo de la historia convirtieron sus adversidades en motivo de crecimiento interior.

La historia del Cardenal Van Thuan, por ejemplo, te puede dar ideas de cómo aprovechar la inactividad forzada. Dicen que en medio de su encierro era un ejemplo de una alegría que contagiaba a todos, incluso a los soldados que lo custodiaban. Lejos de alimentar la rebeldía, el odio o el rencor contra sus captores, se preocupaba por ellos y les servía. Su unión con Dios, que cultivaba celebrando la misa de forma clandestina con una migaja de pan y una gota de vino, le daba la fuerza para preocuparse de todos los reclusos del campo de concentración en que se encontraba. En los trece años que estuvo encerrado por las autoridades comunistas, el obispo vietnamita contagiaba su alegría y libertad interior. En el año 2000 predicó el retiro al San Juan Pablo II. Aquí puedes leer su testimonio.

Un Santo que estuvo también encarcelado fue San Juan de la Cruz. El tres de diciembre de de 1577 comenzaron sus ocho meses de reclusión en una cárcel conventual en Toledo. Fiel a santa Teresa de Jesús, se niega a retractarse de la reforma teresiana. En este tiempo escribe las primeras treinta y una estrofas de su libro Cántico Espiritual una de las obras cumbres de la mística cristiana. Una de las tantas apasionantes biografías del santo donde se cuentan sus días de encierro es esta.

Nelson Mandela estuvo veintisiete años en prisión. Fue recluido injustamente en una celda húmeda de 2,4 m de alto por 2,1 m de ancho. Dormía en una estera de palma. Trabajaba picando piedra para obtener grava, y eran constantemente agobiados por los insultos verbales y agresiones físicas de los guardias, todos de raza blanca. Aquí encuentras su biografía más reciente.

Víctor Frankl. El psicólogo vienés pasó dos años en Austwicht y no por ello dejó de tener sentido del humor. En su famoso libro El hombre en busca de sentido cuenta su historia durante la segunda guerra mundial.

Vaclav Havel, el primer presidente democrático de Chequia pasó varios años en la cárcel y aprendió que es mejor callar que expresarse de manera superficial. Su libro El poder de los sin poder es un canto a la defensa de la verdad y el bien en todas circunstancias, especialmente en la adversidad.

La alegría no depende tanto del exterior como del interior del hombre. No es incompatible con el dolor, con la enfermedad o con las persecuciones. Esmerarnos en hacer bien nuestras obligaciones es fuente de alegría, esforzándonos por acabar cualquier cosa que tengamos entre manos, hasta en los más pequeños detalles. Esto es así porque Dios se alegra cuando nosotros nos esforzamos por hacer bien las obligaciones que nos corresponden. En estos días de paro forzado cuida especialmente hacer muy bien las cosas pequeñas. Exígete en acabar hasta los últimos detalles los trabajos y encargos que nos corresponda hacer en casa. También procurando hacer pasar bien a los demás, sabiendo adelantarnos a sus gustos.

Categorías
Buen humor

Coronavirus y buen humor

Ayer hablaba sobre la necesidad de no dejarse llevar por la pereza. Estos días hemos de procurar tomar nosotros el control y no que sean las circunstancias, las noticias o nuestro estado de humor el que marca la pauta. Para algunos servirá revisar a diario el horario con actividades para hacer, para otros bastará sencillamente una especie de checklist donde se listan los quehaceres más importantes a tener en cuenta.

El Papa Francisco, hablando del buen humor, dice lo siguiente en su exhortación apostólica Cristus Vivit: “Contrariamente a lo que muchos piensan, el Señor no quiere debilitar estas ganas de vivir. Es sano recordar lo que enseñaba un sabio del Antiguo Testamento: «Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien […]. No te prives de pasar un buen día» (Si 14,11.14). El verdadero Dios, el que te ama, te quiere feliz. Por eso en la Biblia encontramos también este consejo dirigido a los jóvenes: «Disfruta, joven, en tu juventud, pásalo bien en tus años jóvenes […]. Aparta el mal humor de tu pecho» (Qo 11,9-10). Porque es Dios quien «nos provee espléndidamente de todo para que lo disfrutemos» (1 Tm 6,17)”.

Romano Guardini por su parte decía que “Hay dos verdaderos enemigos, que es necesario exterminar; el mal humor y la melancolía”. Esto es especialmente válido en estos días en que existen momentos de incertidumbre. Para no perder el buen humor una excelente receta es mantenernos activos. En la convivencia en familia, es necesario mantener la alegría y la esperanza. Francisco Fernández Carvajal menciona que “No siempre se puede y se debe reír, pero sí descubrir ese aspecto más amable, menos trágico, y poner un punto de buen humor en una situación complicada: casi siempre es posible”.

Tener buen humor no consiste en encerrarse irresponsablemente en una burbuja en la que solo interesan mis propios asuntos. El psiquiatra Fernando Sarrais lo menciona en su libro sobre el descanso: “Esto no se logra yendo a una isla paradisíaca o metiéndose en una burbuja mágica donde uno no se entere de los problemas de la vida. Se logra teniendo una actitud optimista, buen humor (a prueba de bomba) y gran tolerancia a la frustración (paciencia)”.

En estos días “aparentemente malos” es cuando mejor se crece en las virtudes y los buenos hábitos. Un paso adelante, por pequeño que parezca, en circunstancias adversas, representa un verdadero crecimiento interior porque en estos momentos menos favorables es cuando se purifica la intención y nuestra voluntariedad por mejorar se ve reafirmada. James Clear en su libro de hábitos atómicos lo menciona de esta forma: “David Cain, un autor y maestro de meditación, anima a sus alumnos a dejar de ser «meditadores de buen tiempo». De igual forma, tú no quieres ser un atleta de buen tiempo o un escritor de buen tiempo o un emprendedor de buen tiempo. Cuando un hábito realmente te es importante, tienes que estar dispuesto a mantenerlo vigente, aunque el tiempo no sea bueno o no estés de buen humor”.

Para mantener el buen humor sobre todo es útil mantener estos días una estrecha relación con Dios. Tal como lo dice san Josemaría, en compañía de Dios aprendemos que “Hay primaveras y veranos, pero también llegan los inviernos, días sin sol, y noches huérfanas de luna. No podemos permitir que el trato con Jesucristo dependa de nuestro estado de humor, de los cambios de nuestro carácter. Esas posturas delatan egoísmo, comodidad, y desde luego no se compaginan con el amor”

No es que estemos en los últimos momentos ni mucho menos. Son días para crecer y entrenarnos en una especie de “retiro personal” para luego, al volver a nuestras actividades habituales, seamos completamente diferentes, mejores. Esto de estar en casa es una oportunidad que nos da Dios para vivir de forma más profunda y personal la cuaresma.

Para terminar nos puede servir el ejemplo de un campeón del buen humor: “Cuando Tomás Moro, el canciller de Enrique VIII que  murió decapitado, escribe a sus hijas sus últimas cartas  desde la cárcel, se muestra profundamente feliz y conserva el buen humor hasta el último momento. Ni siquiera encarcelado tuvo la sensación de haber desperdiciado su vida, porque sus ideales estaban por encima de  todo lo demás, y se mantuvo coherente con la verdad.”.

Algunas recomendaciones de actividades para hacer en casa:

Textos de san Josemaría sobre el buen humor

15 días sin clase por el coronavirus, ¿qué hacemos en casa con los niños?

Novelas para leer

Libros de ensayo altamente recomendables

El cine del 2019 en cuarenta títulos

¡Es tiempo favorable!: 10 ideas para familias católicas recluidas en casa por el coronavirus

Categorías
Publicación de periódico

Decálogo ético para los políticos

Tal vez el título era largo y por eso el diario lo recortó. Aunque también es verdad que este decálogo es válido para todos los ciudadanos.

Yo lo anoté en mi libreta para revisarlo con frecuencia. El decálogo ético comienza por cambiar en nuestro interior sobre cómo juzgamos a los demás. Para leer el artículo con más comodidad ingresa en el sitio de Diario El Heraldo.

La propuesta de que entidades de la sociedad civil sirvan de observatorio o de jueces sobre el comportamiento ético de los políticos es enteramente opinable. Ya existen instancias previstas para esto, es asunto es que están compuestas por políticos.

Alguien que leyó el artículo comentaba que otra opción sería pedir trabajo de voluntariado y de servicio a la comunidad a los que optan a cargos de elección popular. Me gustaría leer tus comentarios con las propuestas sobre cómo garantizar una conducta ética en la clase política.

Categorías
Regreso

Ética y sociedad de regreso

La publicación semanal de artículos en un diario impreso de mi país hizo que este blog tan querido quedara detenido por varios meses. Son casi siete años de estar juntos y el regreso era obligado. Aprendimos mucho en estos años. En esta nueva etapa continuaré compartiendo ideas y sobre todo escuchando y respondiendo los comentarios de los lectores. Además, en los últimos días me enfrasqué en la publicación de mi primer libro Prontuario de virtudes del que tienes información en la parte inferior del blog. Te invito a leer de forma gratuita las primeras páginas para hacerte una idea de los temas tratados.

El pequeño libro reúne los mejores sesenta artículos que escribí sobre virtudes en los comienzos de este blog. Al revisar y compilar los artículo comprobé el contraste con las temáticas actuales. Busca el libro en Amazon y dame tus comentarios. Aquí está el artículo que al respecto publiqué en Diario El Heraldo de Tegucigalpa. Es el primero de varios proyectos que están en camino. Tal como menciono en la introducción, el libro quiere ser una propuesta de esperanza con la mirada puesta en la responsabilidad personal. A veces, cuando el panorama de la sociedad se vuelve difícil, es imprescindible ser mejores para ayudar a los demás. Por otra parte, el libro contiene diversas historias y anécdotas que ilustran cómo alcanzar distintos hábitos.

Hace pocos días me llamó la atención el comentario que hizo un buen amigo sobre su abuela recién fallecida: “Nunca habló mal de nadie”. No es poca cosa tratándose del alguien que falleció casi de cien años. Pensé que si hacemos el esfuerzo diario de vivir uno de los artículos mencionados en el libro: “Si no puedes alabar, cállate” mejorará considerablemente la calidad de nuestras relaciones humanas.

Aparece como novedad en el sitio el logo de coach.me que está en la parte inferior del blog. Se trata de un emprendimiento personal de coaching con el que procuro ayudar a varias personas a mejorar en sus hábitos de vida productiva y saludable. Un detalle tan pequeño como vivir todos los días la puntualidad tanto al acostarse como al levantarse le está cambiando la vida a uno de mis amigos que está tomando el programa. Después de ver los resultados en varios meses compruebo que vale la pena. Si quieres más información escríbeme.

Me comentó Alejandro que piensa cambiar su automóvil. A raíz del artículo “Los lujos y las necesidades” aparecido hace tiempo en la columna de Ética y sociedad está pensando en cambiar su automóvil por uno no tan ostentoso. Este buen amigo dijo algo parecido a esto: “Aunque no parezca, pero esos escritos van dejando una semilla de buenas ideas”. Este comentario me recordó la noticia reciente Sadio Mané, jugador del Liverpool, que a pesar de ganar un sueldo de millones tiene sus razones para no cambiar su celular roto.

La segunda etapa del blog dará continuidad a los más de cien artículos publicados en Diario El Heraldo en casi tres años. Intentaremos, igual que antes, continuar sembrando buenas ideas, anécdotas y artículos.

Me alegra leer como siempre tus comentarios.

Juan Carlos Oyuela